CIENCIA Y FE
La Agrupación Universitaria Riva
Agüero presenta al Ingeniero Mario Cedrón Lassus como parte de su Consejo
Consultivo.
El Ing. Cedrón es Ingeniero de
Minas graduado con honores en la Universidad de Gales (College of Cardiff) en
Gran Bretaña. Ha realizado estudios de postgrado en la Escuela Superior de
Administración de Negocios ESAN de Perú, en el Programa de Alta Dirección de la
Universidad de Piura en Perú, en el Instituto Sueco de Gerencia y en la
Maestría en Gestión y Política de la Innovación y la Tecnología en la
Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Actualmente, entre algunas de sus
actividades, se desempeña como Profesor Principal en la Facultad de Ciencias e
Ingeniería de la PUCP en el área de Ingeniería de Minas, de la cual ha sido su
director, desde hace 35 años; también, es Profesor Asociado de la Escuela
Académico Profesional de Ingeniería de Minas de la UNMSM y como Director de
Promoción y Desarrollo del Centro Tecnológico Minero. Asimismo, ha sido
reconocido con el Premio Santa Bárbara a la Investigación y Educación en
Minería.
Compartimos la ponencia que el
Ing. Cedrón diera en el evento ‘La luz en las tinieblas’, organizado por la
Agrupación y llevado a cabo en el Auditorio de Ciencias e Ingeniería.
---
CIENCIA Y FE
Cuando ingresé a la PUCP el año
1969, el rector era el Padre Felipe Mac Gregor, nombrado para tal cargo por el
Cardenal Juan Landázuri Ricketts, Arzobispo de Lima. De la misma manera, habían
sido nombrados por la autoridad eclesiástica los anteriores rectores de nuestra
universidad durante el medio siglo de existencia que tenía la PUCP en ese
entonces. A su vez, la Pontificia Universidad Católica del Perú, como bien
señala Jeffrey Klaiber, sacerdote jesuita y profesor de nuestra casa de
estudios, en la página 470 de su obra “La Iglesia en el Perú”, publicada en
1988 por el Fondo Editorial de la PUCP, era considerada una universidad de la
Iglesia. ¿Qué cambió? Pues la ley universitaria promulgada por el gobierno de
facto del General Velazco Alvarado, que creó la figura de la Asamblea
Universitaria y le encargó la elección del rector. Sin embargo, esa misma ley
autorizaba a la PUCP, si lo tenía a bien, seguir rigiéndose por su estatuto
vigente, el último reconocido y aprobado por el Vaticano. De manera inconsulta
con la jerarquía eclesiástica, las autoridades universitarias de ese entonces
decidieron optar por la figura de la Asamblea Universitaria. Esa es la raíz del
diferendo actual con el Vaticano que reivindica hoy sus derechos.
Por otro lado, el decano de la
facultad de Ingeniería entre 1957 y 1968 fue el Ingeniero Ricardo Rey Polis,
miembro del Opus Dei, padre del Ing. Rafael Rey, prominente numerario de dicha
prelatura y ex alumno de esta casa de estudios. El año pasado, en este mismo
auditorio, rendimos un homenaje al Ing. Ricardo Rey. Una placa de bronce
ubicada en el ingreso a las oficinas de la FACI nos recuerda su grato paso por
nuestra facultad y lo mucho que él hizo por ella. Varios de nuestros profesores
actuales de Ingeniería Civil, incluido nuestro past rector, el Ing. Luis Guzmán
Barrón, fueron sus discípulos. Ellos pueden atestiguar que Ricardo Rey Polis
fue una persona que respetó la libertad de pensamiento y la pluralidad, además
de que estuvo muy lejos de ser una figura autoritaria en el gobierno de la
facultad. Entonces, ¿de dónde proviene el temor? ¿De dónde aparecen las
acusaciones a grupos como AURA de ser de corte fascista o de pretender imponer
un modelo retrógrado de universidad? ¿De dónde procede la afirmación de que el
Opus Dei pretende apoderarse de la PUCP?
Quienes conocen el Opus Dei saben
que esta es una prelatura personal de la Iglesia Católica, cuya finalidad es
proporcionar dirección espiritual a sus miembros y cooperadores en la búsqueda
de la santidad en medio del mundo. No tiene fines políticos ni económicos. Yo
soy ex alumno del PAD de la Universidad de Piura -obra corporativa del Opus
Dei-, donde estudié con compañeros solteros, casados, viudos, divorciados y
hasta convivientes, personas de diversas religiones e ideologías. Mis hijas han
estudiado en Colombia y Perú, en colegios promovidos por el Opus Dei, pero no
pertenecen a esta porque no tienen la vocación a ella, y nunca hubo coerción en
sus centros de estudio para que se afiliaran. Entonces, es un absurdo afirmar que,
como el Cardenal pertenece al Opus Dei, esta intenta apoderarse de la
universidad e imponer un modelo.
El Gran Canciller de la
universidad tiene la potestad de nombrar al Capellán y a los profesores del
Departamento de Teología. En ningún caso ha nombrado a integrantes del Opus
Dei, quienes ya tienen una universidad a su cargo en el Perú: la Universidad de
Piura. Yo puedo asegurarles que no hay por parte del Opus Dei ninguna intención
de injerencia en los asuntos de la PUCP.
Felicito a AURA por la iniciativa
de organizar este evento. Yo pertenezco a la generación del Concilio Vaticano
II, ese magno evento que con aciertos y errores permitió a la Iglesia dar el
gran salto del siglo XIX al siglo XX. Mis ex alumnos egresados en los 80 y 90
pertenecen a la generación formada durante el pontificado de Juan Pablo II, el
Papa Grande, el Papa Viajero, quien facilitó la caída del marxismo en la Europa
oriental y fue el promotor de grandes cambios, a la vez que promulgó la
constitución Ex Corde Ecclessiae, por la que se rigen las universidades
católicas. Esta generación, la de los integrantes de AURA, pertenece al siglo
XXI, al que ya se viene denominando la “Generación Benedicto”. Son jóvenes
entusiasmados por el modo franco y libre de ideologías con que el Papa
Benedicto XVI trata las cuestiones de nuestro tiempo, como acaba de hacer en
Cuba. Son jóvenes que buscan intercambiar experiencias con personas de su edad,
sea en grandes eventos como las Jornadas Mundiales de la Juventud que fundara
Juan Pablo II y que se realizan cada 2 años, sea en sus universidades. Son
jóvenes que buscan la verdad de modo comprensible, asequible, práctico y
público. Son jóvenes adultos que orientan sus vidas por la fe católica en toda
su amplitud, y que están dispuestos a confesar su fe y las convicciones que de
ella deriven para la vida diaria, también en la opinión pública.
Los jóvenes de AURA se encuentran
como todos los chicos de su edad, a la búsqueda de respuestas a las preguntas
que plantea la vida social y personal. Se niegan a seguir paradigmas que vengan
de autoridades que no acompañen sus argumentos con sustento. Desean comprender
mejor sus opiniones y debatirlas con otros.
En este contexto, el Papa
representa una autoridad significativa, por lo que es el primer punto de
referencia. AURA no se considera un círculo cerrado: al dirigirse a las
circunstancias de la vida corriente y a las preguntas de muchos jóvenes, desea
llegar también a todos aquellos que hasta ahora en su búsqueda de respuestas no
han querido enfrentarse a las respuestas del Papa y de la Iglesia.
La crisis que vivimos es una
crisis de renuncia a la verdad basada en el relativismo y la permisividad. Esa
renuncia a buscar lo que es verdadero o falso hace que el hombre enferme en sus
raíces intelectuales. Ese desertar puede tomar muchas formas: nace no solo de
la indiferencia, sino también de la falta de libertad a expresarse por temor a
las represalias. La verdad es lo que nos hace libres, por ello la buscamos
constantemente.
¿Cómo puede ser esa búsqueda? Lo
que vives en la universidad, lo experimentan también muchos católicos en su
vida profesional así como en su día a día, cuando abren el periódico o
encienden la radio o la TV. Sin pensamiento crítico, los hombres quedan
frecuentemente a merced de afirmaciones arbitrarias o sospechosas de servir a
intereses particulares. La razón puede ser que, por ejemplo, en la universidad
no se pregunte ya por la esencia de las cosas, sino que solo se vean los
fenómenos sin cuestionar de dónde proceden,
por qué se dan y qué sentido tienen. Los que creemos en Cristo tenemos
otra perspectiva.
Frente a la intolerancia, la
postura correcta es la caridad. La negación de hechos evidentes es un problema
de negarse a la verdad. Es importante que conozcamos bien nuestra fe. A ello
ayuda el Compendio del Catecismo que utilizamos en nuestro curso de Ética,
también la Doctrina Social de la Iglesia. El estudio de estos textos nos pone
en condiciones de irradiar el espíritu de Cristo en este mundo. Nada hay que
obstaculice más la unidad de vida que separar la fe de los conocimientos y
convicciones que hemos obtenido en nuestra formación católica en una
universidad que se rige por dichos valores. No podemos ser personas devotas
cuando con nuestros amigos asumimos una postura y en otros entornos contraemos
una posición neutral. Que deseemos transmitir la fe a otras personas es
consecuencia de nuestra unidad de vida, de comunión - unión común- con el Santo
Padre: “De la abundancia del corazón habla la boca”. La dimensión
apostólica no puede faltar en una vida auténticamente católica. Vosotros,
jóvenes de AURA, habéis de ser los apóstoles de la juventud.
No quisiera terminar sin decirles
que una vida católica también despierta contradicciones. En una cultura en la
que el relativismo ha entrado prácticamente en todos los ámbitos de la vida,
quien afirma conocer la verdad choca. Tengan buen ánimo aunque a veces sientan
la cruz de la contradicción. El Señor los ha precedido y siempre estará cerca
de ustedes. De eso podemos estar seguros.
Finalmente, los organizadores me
pidieron que responda la pregunta de cómo, desde mi posición como profesor de
ingeniería, pueden la ciencia y la fe complementarse. Podríamos debatir horas
sobre el tema pero, si hay que sintetizar, diría que estoy totalmente
convencido de que la Teología y la Ciencia son totalmente compatibles, pues se
refieren a aspectos diferentes y complementarios del misterio de la creación de
la materia y la vida: la Teología nos revela la causa, mientras que la ciencia
nos describe el cómo. Basar la realidad del universo, la vida y nuestra
presencia en el mundo solo en lo que es capaz de descubrir la ciencia es
renunciar a la fuerza de la razón. Pensar que, por ser capaces de comprender un
fenómeno o una propiedad de la materia o de la vida, ya estamos en condiciones
de comprender y dominar todo es una idea reduccionista y fatua, ajena al
proceder de los grandes científicos. Proclamar que la ciencia es imparable y que
todo vale en investigación sin atenernos a las consecuencias de sus
aplicaciones, es irresponsable. Olvidar que en todo ser humano existe una gran
interrogante sobre el sentido de su propia existencia es limitar su actividad
vital al escaso marco de lo inmediato. Decir que el conocimiento lógico, ético
y religioso es irracional ya que depende más del sentimiento que la razón es
absurdo. Somos seres racionales, pero también éticos y religiosos.
Termino rogando al Altísimo que
nuestras autoridades universitarias encuentren el camino que permita a la PUCP
seguir fiel a la Iglesia y al Santo Padre en plena comunión con ambos y, a
través de ellos, unida a Cristo, como fue el deseo de nuestros fundadores y
nuestro gran benefactor Don José de la Riva Agüero y Osma. El anuncio de la
suspensión de la asamblea universitaria del 2 de abril y el pedido de prórroga
al Vaticano de la fecha límite para dar una respuesta a su requerimiento
parecen indicar que vamos por buen camino.
Muchas gracias y que Dios los
bendiga.
MARIO CEDRON
Profesor Principal – PUCP
Felicitaciones
ResponderEliminar¡Ojala las aguas vuelvan a su cauce! La PUCP goza de una muy merecida reputación, que se está viendo empañada por ideales espúreos, que empañan a lo que fue todo el proceso fundacional y la trayectoria de buen hacer, a lo largo de tantos años, de esta bien acreditada casa de estudios.
ResponderEliminarRafael Fernández Rubio
Catedrático Emérito de la Universidad Politécnica de Madrid.