Valió la pena, ¡gracias!


Por Juan Alonso Tello Mendoza
Ex Presidente Agrupación Universitaria Riva-Agüero



Soy alumna de la PUCP y representante estudiantil. El día de ayer, me di la grata sorpresa de la existencia de la Asoc. Riva Agüero y su valiente postura. Así como ustedes, hay miembros de Centros de estudiantes que no están de acuerdo con lo que dice la FEPUC, (o tal vez cómo lo dice), pero que lamentablemente no se animan a pronunciarse (…).Por mi parte, tienen un apoyo confidencial (…)”.

Ha transcurrido poco más de un año desde que, emitiendo nuestro primer pronunciamiento público el 27 de febrero de 2012, decidimos participar activamente en el devenir de la vida universitaria; ello, para ser sinceros, a raíz de la rebeldía que oficialmente adoptó la administración de la universidad contra la institución que en 1917 le dio origen: la lglesia Católica. Con tal pronunciamiento, terminó por resquebrajarse no solo la falsa visión de unidad de los estudiantes en torno al apoyo a las autoridades universitarias, sino también el mutismo implícitamente impuesto a quienes no compartíamos la postura oficial.

Y es que con claridad recordamos la hostilidad permanente que, desde parte del alumnado y de la propia administración, se tuvo contra quienes pensamos diferente. Basta recordar los conciertos y marchas internas, los panfletos y arengas que caricaturizaban al “enemigo”, los afiches de burla en los murales, las agresivas columnas de opinión en PUNTO EDU, los calificativos y etiquetas para quienes no se alineaban con el pensamiento oficial-único (todos ellos promovidos o consentidos por la administración de la casa de estudios), entre otros miedos y casos reales que trabajadores y profesores compartieron con nosotros, como para desmentir el rostro de “tolerancia, pluralidad y libertad” que fuera de los muros universitarios se vendió bastante bien a la opinión pública. No en vano, el extracto copiado líneas arriba esgrime una constante de entonces: así no estuviesen de acuerdo, nadie se animaba a pronunciarse. En un verdadero clima de diálogo y respeto, nadie tendría que dejar de decir lo que piensa.

Si bien es necesario recordar estos lamentables episodios, esta publicación no busca ser un triste recuerdo pues, pese a lo ocurrido, las luces han predominado ampliamente sobre las sombras. Desde que se inició esta labor, al igual que el mensaje copiado líneas arriba, han sido muchas las misivas de aliento y apoyo que han copado nuestras bandejas de entrada. Desde entonces, si bien el camino ha sido exigente y no exento de dificultades, ha sido también inmensamente gratificante, pues hemos podido compartir mediante artículos, entrevistas, conversatorios y otras actividades esa esperanza de ser una universidad que, respetando su identidad fundacional, abrace la excelencia, el constante diálogo entre fe y razón y la permanente búsqueda de la verdad.

Han sido meses de constante servicio, aprendizaje y crecimiento grupal. Sin embargo, ha llegado el momento de renovar la gestión y dar paso a talentos que den un nuevo brillo a esta misión. Gracias profundamente a todos aquellos que desde un inicio han acompañado y confiado en esta iniciativa; gracias a cada uno de los miembros del Consejo Consultivo que, a la cabeza de Don José Agustín De la Puente Candamo, han orientado con su experiencia y amor por la casa de estudios nuestro aporte a la comunidad universitaria; gracias a todas las personas de buena voluntad que han ofrecido su tiempo y esfuerzos por hacer de esto una realidad; finalmente, gracias a los miembros de la agrupación, amigos que con su honesto trabajo han hecho posible que en un ambiente de fraternidad podamos compartir con los demás este anhelo de ser una universidad católica, anhelo afianzado no solo por respeto a quienes entregaron sus vidas soñando en este proyecto educativo desde un inicio, sino también porque una universidad católica, lejos de ser la caricatura que hoy nos muestran de ella, es un centro que promueve “la ardiente búsqueda de la verdad y su transmisión desinteresada a los jóvenes y a todos aquellos que aprenden a razonar con rigor, para obrar con rectitud y para servir mejor a la sociedad” (Constitución Apostólica Ex Corde Ecclsiae).

Convencido de la buena etapa que se inicia con la nueva presidenta de la agrupación, pido sus oraciones, para que con la alegría y valentía a la que todo cristiano está llamado, sigamos trabajando en esta misión de recuperar y fortalecer nuestra identidad institucional. Quiero culminar con unas palabras del hoy papa Francisco I cuando era Cardenal de Buenos Aires, palabras dirigidas a los jóvenes en el año 2010, que nos alientan a continuar el trabajo iniciado:

“La cobardía no es para ustedes. No tengan miedo. Juéguense hasta el final. Para cosas grandes. Entreguen la vida entera como la entregó Jesús. No a pedacitos o por un tiempo. El cristiano no lleva una vida de fin de semana: la lleva plena. Esas son las huellas que tienen que dejar”.


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