¿Por qué ser Pro Vida? A propósito del caso de Alfie Evans y la Marcha Por La Vida 2018


Esta Marcha Por La Vida 2018, en nuestro país, ha sido inolvidable. Solo en Lima, fuimos 800 000 mil personas demostrando a las autoridades peruanas y a todo el mundo que el Perú es un país provida. Familias enteras, niños, jóvenes, mujeres embarazadas, personas discapacitadas. Todos hemos marchado para demandar, de manera pacífica, que la dignidad de la persona sea respetada desde el momento de su concepción hasta su muerte natural. 


Dentro de la celebración, ha sido significativo el momento de silencio por todos los niños abortados y por el pequeño niño Alfie Evans que, a fines del mes pasado, falleció. Alfie murió tras habérsele quitado el soporte vital por una decisión unilateral de los médicos que lo atendían. Esta decisión fue respaldada por el Poder Judicial de Gran Bretaña. El Estado hizo caso omiso al  pedido de los padres de llevar al niño a Italia para que se le diera los cuidados paliativos hasta el fin de su vida o se buscara un tratamiento alternativo.

Miles de personas, alrededor del mundo, estuvieron pendientes del caso. Incluso, países como Italia y Polonia, así como el Estado Vaticano se solidarizaron con el pequeño y sus padres. Es que, el caso del pequeño Alfie Evans ha representado un hito en la lucha pro vida mundial, pues ha demostrado de manera patente aquello en lo que deviene una sociedad donde no se respeta la vida en todas sus etapas. Una sociedad así, es una en la que no todos los seres humanos son considerados persona y, por lo tanto, no son dignas de cuidado y amor. En una sociedad así, el Estado es el que decide cuándo comienza la vida y cuándo ésta debe terminar. Ahí, no siempre se tomará la mejor decisión, buscando el interés supremo del niño. No se buscará una cura para una enfermedad o el brindar el mejor cuidado hasta los últimos días, sino que se buscará “una solución” menos costosa, que denote menos esfuerzo cambiando el fin supremo de la sociedad que es la persona, por el fin supremo que sería el Estado. Esta decisión puede esconderse bajo la forma de argumentos sentimentales sobre lo que se considera una “muerte digna”.

A Alfie, se le quitó la respiración artificial y, aún así, respiró por varios días. Luego, se le quitó la comida y el agua. Resistió un par de días y, finalmente, falleció. Si esta muerte, según el Estado Británico, es considerada “digna” para un niño, ¿qué considerará una vida digna para una persona?

Es que, a un Estado al que se le ha dado carta libre para decidir quién es digno de vivir, no le importa la persona. El Estado es incapaz de amar a los niños como los propios padres y, por eso, existirá el riesgo de que se tome decisiones de acuerdo a la arbitrariedad de una autoridad o de unos médicos. Esto, de acuerdo a la ideología del momento, a consideraciones puramente utilitaristas, al sentimentalismo, a la opinión mayoritaria de la gente, a la opinión de la élite política o económica, entre otros peligros. Un Estado así ya no está para servir a las personas, familias y comunidades; sino, que, al contrario, las personas se vuelven objetos a los que el Estado puede descartar.

Y, ese es el asunto medular de la lucha provida. Cuando uno defiende la vida, lo que está en el fondo de la lucha no es un tema simplemente de “libertad”, “elección” o de un “dejar hacer a las personas lo que quieran”; sino que, estamos ante una manera de medir a quién o qué consideramos persona humana, a quién consideramos uno igual que nosotros. 

El Estado debe estar al servicio de la persona, no al revés; y, lo que nos asegura esto, es el respeto irrestricto de la dignidad de la persona desde su concepción hasta su muerte natural. No necesitamos un Estado que decida quién es una persona, sino un Estado que se preocupe por las personas y procure el bien de todas, sin excluir por etapas de desarrollo.

Somos Provida; porque, no queremos un Perú en el que la dignidad de las personas valga poco; porque, creemos que todos los peruanos merecemos algo mejor que el descarte; porque, las mujeres embarazadas merecen algo mejor que el aborto; porque, los niños merecen un futuro; porque, los enfermos y ancianos son tan importantes como cualquier otro ciudadano y el Estado debería estar atento a todas sus necesidades. No queremos ser colonizados por ideologías que lo único que hacen es reducir a la persona humana a una lógica utilitaria. 

Somos Provida, porque celebramos la vida y queremos exigir que la dignidad de la persona sea respetada en todo momento. 

Comentarios

Entradas populares